Historia

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Jerardo ELORTZA, 2002.

Retablo Arantzazu, Oñati

Oñati tiene una larga y rica historia. Y también bastante turbia. No sabemos cuando se creó, ya que no se formó, como es el caso de algunos pueblos de alrededor, como consecuencia de un certificado de creación otorgado por algún rey. Oñati fue señorío de los Gebara en la Edad Media, y de la mitad del siglo XV al XIX, condado de los señoritos del mismo linaje. De generación en generación, tuvo que soportar las duras luchas, queriendo sacudir el yugo del conde; pero no consiguió hasta el año 1845, porque en ese momento se metió de pleno en la provincia de Gipuzkoa. De cualquier modo, era la zona que más estaba creciendo y de mayor importancia del Pais Vasco, debido a que en la comarca y en los montes de Oñati había tierras adecuadas para ser utilizadas para la agricultura, abundantes campos para el pastoreo y abundantes bosques adecuados para la construcción y para la fabricación del carbón. El carbón se usaba en tres ferrerías y en docenas de herrerías, creando una importante industria en el sector del hierro: aquí se hacían armas, sartenes y, sobre todo, clavos. Además de las famosas fábricas de clavos, había en Oñati cesterías, tejedoras, molineros y otros artesanos y oficios.

Cuando llegó la revolución industrial de los siglos XIX-XX, Oñati no sufrió un cambio tan brusco como el que tuvieron los pueblos vecinos. Aún así, no faltaron talleres bajo el Aloña: primero se construyeron fábricas de cerillas, después cogió fuerza la fabricación de chocolate, pero el resto de la industria tampoco se quedó rezagada, fabricándose tubos, herramientas, elementos agrícolas y otros muchos productos metálicos. En las fábricas de aquí se han elaborado paraguas, pilas, electrodomésticos y otros muchos productos. En las dos últimas décadas ha habido un crecimiento y aumento de las empresas, sobre todo desde Osinurdin (Zubillaga) hasta Ibarra (cercana al casco), formándose una zona industrial casi continua de tres o cuatro kilómetros.

Oñati, en cambio, se diferenció por otra peculiaridad: por tener la universidad más importante del País Vasco durante unos 350 años. Ahí tenemos todavía el sobresaliente centro formativo que fundó el obispo oñatiarra Rodrigo Mercado de Zuazola, una excepcional construcción de la época del Renacimiento. Junto con la universidad, hay monumentos, calles, plazas, fuentes e impresionantes casas que llenan de belleza el viejo municipio de Oñati: por ejemplo, La parroquia de San Miguel, los conventos de Santa Ana y Bidaurreta, la torre de Zumeltzegi, las torres Lazarraga, Bidaurreta y Urain, la plaza de los Fueros con sus arcos y el Ayuntamiento, Madinabeitia de Santa Marina, con los palacios Antia y Baruekua, las casas Otadui, Azkarraga, Elorriaga, Irala, Zarate, Astorkiza, Hernani, Olakua, etc. A pesar de que últimamente las zonas históricas han sufrido cambios y reemplazos, se puede decir que Oñati, en lo referente al arte, guarda el más interesante conjunto arquitectónico de esta comarca.

Aun así, las maravillas de nuestro pueblo no acaban en el centro. Repartidos en sus dieciséis barrios rurales, existen varias cosas a destacar entre los amplios límites del municipio de Oñati: dolmenes, menhires, caminos de carros, calzadas, puentes, cruces, pozos de agua, lavaderos, abrevaderos, presas, canales, molinos, casas de máquinas, pozos de lino, hornos de cal, carboneras, chabolas, cuadras y apriscos; y, por supuesto, los caseríos, chabolas, iglesias, ermitas y otras construcciones que se hallan en esos barrios. A medida que el mundo rural va disminuyendo y cambiando, por desgracia, muchos de estos elementos se están rompiendo y desapareciendo. Aun así, todavía estamos a tiempo para mantener y hacer que perduren los tesoros que tenemos en pie.

Más información sobre la historia de Oñati, su patrimonio artístico y su patrimonio natural en la web de Turismo.